martes, 5 de diciembre de 2017

Declive del PLD




Pedro P. Yermenos Forastieri
5 de diciembre 2017






Este país ha sido víctima histórica de grandes decepciones originadas en propuestas políticas que han generado en el electorado elevadas expectativas, pero en las horas decisivas del ejercicio del poder han constituido estrepitosos fracasos por la insondable distancia entre el decir y el hacer.
En las más resaltantes de tales frustraciones, sin duda se inscribe el PLD. Bastaría recordar lo impactante de las prácticas partidarias asumidas por una organización estructurada con esmero por un dirigente moral de la talla de Bosch, que llegó a decir y escribir cosas que de hoy tenerse la oportunidad de solicitar su valoración respecto a la concordancia de esas aseveraciones con la conducta de su discipulado, no soportaría la vergüenza.
La estética política enarbolada por el PLD original sedujo segmentos importantes de la franja liberal del país y de personas renuentes a vincularse en proyectos políticos precisamente por el trauma de experiencias pasadas.
Grave error sería deducir que su extendida permanencia en el poder ha estado sustentada en la satisfacción de los motivos por los cuales recibió una progresiva adhesión desde su fundación. Esa circunstancia ha estado relacionada con la existencia de una oposición dispersa, inepta, incapaz de interpretar de forma correcta sentimientos ciudadanos y ofrecerles adecuada canalización política.
El riesgo para la nación radica en que el desencanto con el PLD ha alcanzado niveles que, combinado con la ausencia de alternativas válidas, podría propiciar el surgimiento de opciones que impliquen remedios peores que la enfermedad. Eso hay que evitarlo.
El respaldo al PLD a partir de un convencimiento auténtico de que continúa representando una válida fuerza política es algo que se diluye de forma sistemática. No obstante, la red de clientelismo creada alcanza una dimensión que garantiza un apoyo que sigue siendo trascendente.
Como si la extensa lista de ejemplos resultare insuficiente para conocer la desastrosa realidad en la que ha devenido el PLD, se adiciona su actitud ante la presencia de un farsante como TB Joshua.
Colocar a su servicio la más alta representación del Estado para un espectáculo de pésimo gusto que explota la ignorancia y desesperación de un pueblo; disponer de recursos públicos para la concretización del circo, delata el absoluto abandono de sus resortes fundacionales.
En esa conducta lastimosa radica la esencia impregnada al PLD por los sucesores de su legendario líder. Una entida


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